“Soy inocente. Yo no la maté”

Sin pruebas genéticas, ni testigos, Francisco Amador fue condenado solo en base a elementos indiciarios. El miércoles último, quien fuera novio de la joven Marianela Rago Zapata, asesinada hace 13 años atrás, proclamó su inocencia antes de que el Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 29 de Buenos Aires lo condenara a prisión perpetua.

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El Tribunal Oral en lo Criminal – TOC Nro. 29 – condenó el miércoles 29 de noviembre a Francisco Amador por considerarlo autor del delito de «homicidio agravado por ensañamiento y alevosía». De esta manera terminó un largo proceso judicial que tuvo al fueguino nacido hace 36 años atrás en Río Grande, como único imputado del feroz crimen de la también riograndense Marianela Rago, de 19 años de edad al momento de fallecer.
Cabe recordarse que ambos se pusieron de novios cuando ella se encontraba terminando la escuela secundaria y él era su preceptor, decidiendo en el año 2009 viajar juntos a Buenos Aires para que Marianela estudiara la carrera de Periodismo y Francisco la de Administración de Empresas. Después de algo más de un año, de idas y venidas y de episodios violentos signados por los celos, se separaron, aunque nunca cortaron los encuentros sexuales pese a que cada uno inició nuevos vínculos de pareja. Justamente tres días antes de que la chica fuera encontrada brutalmente asesinada en su departamento del barrio de Balvanera, habían pasado la noche juntos y fue Francisco la segunda persona que se enteró del asesinato, después del hermano, al presentarse en su departamento para ver si estaba bien, alertado por amigos en común que no la habían visto desde el día anterior. En ese mismo lugar lo detuvo la Policía en calidad de sospechoso y permaneció así hasta que no hubo razón legal para que continuara en esa situación dado que nada en concreto lo incriminaba. Después fue procesado cinco veces y sobreseído otras tantas, siempre por falta de pruebas hasta que se logró la elevación de la causa a juicio. Nuevamente sin pruebas fácticas y solo en base a elementos indiciarios, el muchacho esta vez fue condenado a prisión perpetua.

“Soy inocente. Yo no la maté”
Luego de leída la sentencia, el hermano de Marianela, Matías Rago Zapata dijo: «Siento que hoy volvimos a vivir después de esperar esta condena 13 años. Escuchar la sentencia fue un desahogo tremendo porque estábamos convencidos de que el culpable era él”.

En los 13 años transcurridos la Policía y la Justicia intentaron esclarecer el cruento asesinato, con la detención inclusive de varios sospechosos, pero nada llevó a ningún resultado. Rastros de saliva en una lata de gaseosa y en un cigarrillo de marihuana a medio consumir, una gota de sangre que no era propia en el pantalón que llevaba puesto la víctima y una remera verde talle XXL tirada en la cocina, fueron los únicos elementos que se pudieron peritar para obtener ADN. Los estudios genéticos de cotejo con el ADN de Francisco y de otros implicados, entre los que se contaron los amigos que la frecuentaban, su nueva pareja y hasta un colectivero en cuyo celular apareció el chip del teléfono de la chica, dieron negativos. También Lucas Azcona, un sujeto esquizoide de 18 años que mató a una estudiante chilena que se domiciliaba cerca de Marianela, casi de la misma edad y apariencia física, usando un cuchillo, fue sometido a pruebas de comparación que dieron negativas.
Dado el fuerte impulso dado por su madre, Patricia Zapata, para evitar que la causa cayera en el olvido y en la impunidad, el caso se mantuvo vigente en los medios de comunicación. Tiempo después de finalizada, ella se enteró por los amigos de su hija que la relación de Marianela con Francisco había estado plagada de situaciones de violencia, siempre por celos. Esto la llevó a convencerse de que él la había asesinado. Vez tras vez los Juzgados descreyeron de la posibilidad de que Francisco la hubiera matado y lo sobreseyeron 5 veces. Hasta que por insistencia la causa se elevó a juicio y culminó ayer con la prisión perpetua del imputado. No hubo nada nuevo ni diferente. No se aportaron nuevos elementos ni una sola prueba científica que vinculara a Amador con el horrendo homicidio, pero para los jueces fueron suficientes dos elementos para su proceder condenatorio: 1) Francisco Amador mantuvo una relación con episodios violentos con Marianela. 2) La nueva pareja de Amador, con quien tuvo un hijo, también declaró que es una persona violenta.

“Soy inocente. Yo no la maté”
Marianela Rago Zapata apareció muerta el 27 de junio de 2010. Intentaron estrangularla, le infligieron 23 puñaladas y terminaron por degollarla. Tenía 19 años de edad.

«Creo que en esta causa lo único que se probó es la violencia de género pero eso no significa que el acusado haya sido el autor de un homicidio. Amador pudo haber ejercido violencia de género contra Marianela, pero eso no significa que sea el homicida», había alegado el abogado defensor del imputado, Luis Ricca. El letrado destacó también al solicitar la absolución para su defendido que «no existen pruebas directas que vinculen a Amador con el asesinato”.
En el contexto general del juicio no es menor el hecho de que la querella estuvo integrada por los abogados Esteban Galli y María de la Paz Herrera, del Programa de Asistencia y Patrocinio Jurídico a Víctimas de Delito de la Defensoría General de la Nación, a cargo de Pablo Rovatti, quienes en todo momento insistieron en que el hecho fuera considerado “con perspectiva de género” y como un femicidio, figura penal que en el año 2010 no existía.
Tras conocerse el veredicto, y luego de que Amador reiterara ante los magistrados su inocencia, el muchacho fue esposado y trasladado a una alcaldía de la Policía de la Ciudad hasta que se tenga un cupo en uno de los penales del Servicio Penitenciario Federal (SPF).
El TOC 29 informó que los fundamentos de la sentencia se darán a conocer el próximo 21 de febrero.
A la salida de Tribunales, el hermano de Marianela, Matías Rago Zapata declaró a los medios presentes: «Siento que hoy volvimos a vivir después de esperar esta condena 13 años. Escuchar la condena fue un desahogo tremendo porque estábamos convencidos de que el culpable era él”.


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