La pareja lleva recorridos 14 países difundiendo cultura, compartiendo historias y promoviendo el turismo local. El pasado viernes 25 de abril, mientras visitaban un museo en la localidad chilena de Porvenir, su casa rodante fue interceptada por la policía y funcionarios de aduanas, a raíz de una denuncia por la venta de café desde su combi.
Permisos municipales que no valieron nada
Aunque contaban con la autorización del municipio para vender café de forma itinerante, los agentes decidieron avanzar con un procedimiento que incluyó la revisión total del vehículo, la toma de fotos y, finalmente, la incautación de la combi.
Gracias a la intervención de funcionarios municipales —que se solidarizaron con la pareja— evitaron que les quitaran la combi en ese mismo momento.
Por vender un kilo y medio de café legal
El argumento de aduanas: tenían kilo y medio de café, comprado legalmente en Chile, que usaban para ofrecer infusiones a otros viajeros. En lugar de una advertencia o multa, les aplicaron la sanción más dura posible. ¿El resultado? Un proyecto de vida paralizado por exceso de burocracia y falta total de criterio.
“Nos sentimos muy frustrados, venimos haciendo todo bien, con respeto, con permisos, y de repente esto”, dijeron Fabi y Jaime, que además viajan con su perrita.
Solidaridad y bronca
La comunidad local de Porvenir reaccionó con indignación ante lo sucedido. El municipio les dio alojamiento temporal en un albergue deportivo y muchas personas se acercaron a brindarles apoyo. En redes sociales, la historia se viralizó rápidamente, con miles de mensajes de aliento y repudio al accionar de la aduana.
¿Rigidez o sentido común?
El caso expone una clara desconexión entre las autoridades locales, que ven con buenos ojos este tipo de emprendimientos viajeros, y el enfoque rígido de la aduana nacional. Mientras tanto, Fabi y Jaime esperan una resolución que les permita seguir camino a su tan anhelado destino: Ushuaia, el fin del mundo.