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Furor por los fardos de ropa importada, mientras la producción nacional se derrumba

La política de importaciones a bajo costo disparó un boom comercial en ferias y redes sociales, mientras el sector textil argentino enfrenta cierres, suspensiones y niveles mínimos de producción. Los precios.

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La política de apertura a las importaciones con aranceles reducidos, impulsada por el Gobierno, generó en los últimos meses un fenómeno comercial inédito. Se trata del auge de los fardos de ropa importada, abastecidos principalmente por plataformas chinas como Shein, Temu y AliExpress.

El crecimiento exponencial de este mercado, apoyado en precios extremadamente bajos, contrasta con la grave crisis que atraviesa la industria textil argentina. Puertas adentro, se advierte de un nivel de deterioro sin precedentes.

Según datos sectoriales, la competencia de productos importados a valores irrisorios ya provocó el cierre de 68 pymes, la pérdida de 4.000 puestos de trabajo y alrededor de 900 suspensiones, con una capacidad instalada que hoy opera apenas al 40%. El impacto, aseguran los empresarios, es “demoledor”.

Un mercado que no deja de crecer

El negocio de los fardos se basa en indumentaria seminueva o con fallas menores que se vende por peso y se comercializa, en su mayoría, en ferias. Además estos productos circulan masivamente por redes sociales y transmisiones en vivo en TikTok.

Los precios explican el furor:

  • Fardo de 20 kg (80-100 prendas): alrededor de $800.000.
  • Fardo Shein: 50 prendas por $400.000, con un costo por unidad cercano a los $8.000, muy por debajo de cualquier producción nacional.

Este esquema, sostenido por volúmenes enormes de importación, alimenta la dependencia de mercancía extranjera y erosiona la competitividad de los fabricantes locales.

Un cambio de reglas que aceleró la crisis

La expansión del mercado de fardos se aceleró tras la decisión del Gobierno, en marzo de 2025, de reducir los aranceles: del 35% al 20% para indumentaria y calzado, y del 26% al 18% para telas. La medida apuntaba a fomentar la competencia y combatir los altos precios locales.

Estudios previos habían evidenciado un marcado atraso competitivo: una remera de una marca internacional podía costar en Argentina hasta 310% más que en España y 95% más que en Brasil. Con esa brecha, la llegada de productos importados a valores mucho más accesibles encontró terreno fértil.

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