Leda Bergonzi es una mujer de 44 años que se dedica a la “sanación”, avalada por la Iglesia Católica, desde hace ocho años. Con la visita de cientos de fieles semana tras semana, ella comienza sus oraciones cantando y brindándole bendiciones a todos.
Este sábado se presenta en Satos Lugares, partido de Tres de Febrero y desde el martes, comenzó a formarse la fila fuera del Santuario Nuestra Señora de Lourdes. Ya son varias cuadras de gente que espera recibir el toque poderoso de la reconocida sanadora rosarina.
Leda dará una misa al mediodía, pero los creyentes que necesitan un milagro decidieron acampar días antes.
Todos los que esperan en la fila en Santos Lugares soportaron el frío extremo que se registró en la provincia durante esta semana. Muchos buscan que Leda les cure las enfermedades, otros pedirán un milagro económico.
Leda Bergonzi, la mujer que cura mediante las manos.
Quién es Leda Bergonzi
Tiene 44 años, es rosarina y quienes asisten todos los martes para que los toque en la Catedral de Rosario la llaman “la sacerdotisa” y aseguran que recibió los carismas de liberación y sanación por parte de la Iglesia Católica, que admite sus poderes milagrosos desde hace 9 años.
Pero no es monja, no hizo votos religiosos, usa ropa simple, es ama de casa, madre de cinco hijos y ya tiene un nieto. Hasta la propia madre de Lionel Messi, Celia Cuccittini, la fue a ver.
Otra de sus seguidoras más famosas es la periodista Marcela Tauro, que la fue a ver esta semana a Rosario y dijo en Intrusos que “Leda es una sanadora laica que se presenta los martes nada más. Una amiga, que es la tercera vez que va, me dijo de ir y fuimos.. Empieza con una misa, con tres sacerdotes. La misa era a las 10, habrá sido 11 y pico que llegó ella… La gente cuando la ve, me hace acordar a Gilda, porque enloquece, la rodean, corren, la abrazan, lloran”.
La sanadora nació en una familia de clase media y se crió junto a cinco hermanos, entre los cuales se encuentra su gemela, Aldana. Desde pequeña cultivó la oración y se integró a la Iglesia Católica. Su casa estaba poblada de imágenes religiosas. “Ya de muy chica empecé a sentir a Dios, creo que me marcó el tener estos encuentros personales, era mi búsqueda ya de muy chiquitita”, les contó a Sabrina Ferrarese y Araceli Colombo en su biografía, llamada Leda, la fe y la sanación, “Cantábamos en misa con mis hermanas y amigas. Esperaba el domingo con mucho anhelo”.
Como muchas niñas católicas rosarinas de esa época, asistió a una escuela religiosa que, como la mayoría de las escuelas de culto, solo aceptaba mujeres. Este establecimiento, dirigido por religiosas, promovió su educación dogmática.
En esa infancia, una abuela fue importante dentro de su camino espiritual. Sin embargo, durante la adolescencia, que fue difícil, la religiosidad se le apagó. Pero fue apenas una encrucijada donde dudó: enseguida retomó el camino de la fe. Conoció a Fabrizio, se casó y vivieron un tiempo en la zona sur de Rosario.
Luego se mudaron y comenzó un negocio textil. Con su esposo formaron un grupo de oración, una comunidad con la que se reúnen en forma semanal desde hace diez años. Allí cantan, rezan y llevan adelante acciones solidarias. La música siempre estuvo presente en su vida. Hoy, sus apariciones son acompañadas por un grupo llamado Soplo de Dios Viviente. Y por su familia: a donde vaya, los lleva.
Pero hasta ese encuentro visual con el hombre del colectivo, su vida religiosa se limitaba a eso. Al principio, rechazó ese don que para ella, sin dudas, había recibido de Dios. No quería comenzar a sentir eso que la Iglesia Católica denomina “carismas”.
Habló con sacerdotes y se sinceró con sus compañeros de su grupo espiritual. todos la animaron a seguir adelante. Según sus biógrafas vio, en el transcurso de sus oraciones, que a través de sus manos se iban a gestar cambios significativos y sustanciales en cuerpos y almas, modificaciones que, al ser puestas en palabras, difundidas y esparcidas, la convertirían en una mujer pública, una figura mística pero laica, a la que muchos insistirían en llamar “la sanadora”.