Desde el corazón del Chaco salteño, una experiencia comunitaria con fuerte anclaje territorial y espiritual está marcando la diferencia. En medio de un contexto atravesado por la pobreza estructural, el consumo problemático de sustancias y la desnutrición infantil, los franciscanos, encabezados por el fray Martín Caserta, llevan adelante una obra transformadora: la Casa Comunitaria Nanechepha.
Ubicada en Santa Victoria Este, esta Casa forma parte del Centro Misionero Franciscano Santa Teresita y se sustenta en cuatro pilares: salud, educación, trabajo digno y pastoral. “Queremos fomentar el trabajo digno fortaleciendo y formando a los jóvenes. Primera infancia con salud, trabajando en la desnutrición. Además, es un lugar de contención para la comunidad y tenemos la capilla Santa María Niña. Son varios los ejes para construir un espacio grande de contención para las infancias y juventudes que están en consumo”, expresó el fray Caserta a El Tribuno. Luego recordó al poeta estadounidense Emily Dickinson, quien señaló: «Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos de pie”.

Un duro contexto
La realidad que enfrentan es cruda. Alcoholismo, consumo de sustancias, abandono escolar y falta de acceso a servicios básicos son parte del día a día en numerosas comunidades del norte salteño. Ante ello, los franciscanos diseñaron un dispositivo comunitario de acompañamiento en salud integral, centrado en adolescentes, jóvenes y adultos en situación de vulnerabilidad psicosocial.
El abordaje parte de un primer contacto con las comunidades a través de espacios de bajo umbral: se brinda alimentación, higiene y escucha. A partir de ahí, se establece un vínculo de confianza que permite comenzar con intervenciones personalizadas y comunitarias.
El programa incluye espacios terapéuticos grupales e individuales, asesoramiento legal y social, talleres de oficios como panadería, carpintería y jardinería, además de propuestas culturales y recreativas. Todo se articula con instituciones estatales y referentes territoriales, incluyendo a caciques y líderes comunitarios, en diálogo intercultural con las diversas etnias presentes en la zona.
En el plano educativo, se busca el regreso de los niños y jóvenes al sistema escolar, mientras que en salud se prioriza la atención primaria y mental. El equipo está conformado por profesionales médicos, enfermeros, psiquiatras, terapeutas ocupacionales y acompañantes terapéuticos.

El sostén de esta obra proviene de la Orden Franciscana y de donantes particulares que confían en el trabajo que se realiza en el lugar. La Casa Comunitaria Nanechepha, que en lengua wichí significa «renacer» o “levantémonos”, no es solo un espacio físico: es un símbolo de esperanza, una respuesta organizada y amorosa frente al abandono.
Con acciones concretas y una profunda vocación social, los franciscanos están logrando lo que parecía imposible: que en el norte olvidado también pueda florecer una vida más digna y en comunidad.
¿Dónde desarrollan sus actividades?
En Aguaray y Santa Victoria Este, dos localidades del norte de Salta, ubicadas a más de 400 km de la capital provincial. Unas 200 comunidades habitan la región. Hay alrededor de 70.000 personas distribuidas en una extensa zona de 13.200 km².
Los pueblos originarios presentes en la región: Wichí, Toba, Chorote, Chulupí, Tapiete, Ava Guaraní, Chané y Criollo.