Insospechado e inesperado, pero la inminente condena judicial a seis años de prisión a Cristina Fernández de Kirchner, volvió a unir a dirigentes y militantes de las diversas tribus del peronismo enfrentados y embanderados hoy mayormente detrás de la expresidenta y del gobernador bonaerenses Axel Kicillof.
El día que el PJ se volvió a unir detrás de Cristina fue un 9 de junio, al recordarse en la sede del PJ nacional, en el barrio porteño de Once, la “masacre de José León Suárez”, en lo que se conoce dentro de la liturgia peronista con “Día de la Resistencia”, porque fueron asesinados 12 militantes peronistas en la dictadura de 1956, matanza que el escritor Rodolfo Washl retrató en el libro “Operación masacre”.
“Bastó que hace dos semanas anunciara mi candidatura para que se desataran los demonios”, puntualizó Cristina, al hacerse eco de las informaciones periodísticas que avisan que la Corte Suprema le confirmará la prisión a seis años e inhabilidad para ejercer cargos públicos.

La expresidenta atribuyó su posible condena a que “este modelo se agota, tiene fecha de vencimiento” y pronosticó que “difícilmente pueda llegar a buen puerto”.
Cristina aludió al dirigente macrista Pepín Rodríguez, que “se profugó a Uruguay” y diferenció: “Nosotros estamos acá y vamos a seguir estando acá”.
Seguidamente dio por seguro su encarcelamiento: “Estar presa es un certificado de dignidad. Lo siento de esa manera”, reflexionó.

Más adelante dijo que hay que bregar por la “unidad que asegure la construcción de la victoria como lo hicimos en el 19 (cuando con Alberto Fernández se le ganó a Mauricio Macri) y en el ’23, cuando dijo que que “estuvimos cerca pese a las dificultades y defecciones”.
“Soy una fusilada que vive”, deslizó más adelante.
Antes, le había tirado una vez más un “palo” a Alberto Fernández porque, a su entender, se cortó solo en el Gobierno.