Desde el Foro Naval Argentino apoyaron el proyecto de cruce por aguas argentinas

El Cruce por Aguas Argentinas -corto, estatal y soberano- es el puntapié inicial para la integración territorial de la patria, vinculando la isla de Tierra del Fuego con la provincia de Santa Cruz, tal como lo establece la Ley 26.776.

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Tierra del Fuego es el corazón de la Patria Marítima del Siglo XXI y nuestro pivote geopolítico de integración territorial, ya que su posicionamiento geográfico y potencial político la convierte – como ningún otro territorio en el planeta- en cabecera de puente de conexión bicontinental. Hacia el norte se integra al continente americano con la Patagonia Argentina, y al sur, posee la estratégica posición de vincularse con conexión directa a la Península Antártica (Tierra de San Martín). A su vez, se vincula con los mares y regiones del sur del planeta, a través de la ruta circumpolar antártica y, mediante el Estrecho de Magallanes, se conecta con el océano Pacífico.

Los objetivos de la integración territorial

1) El primer objetivo es la Defensa Nacional. Vincular ambos territorios con buques que lleven a cabo sus operaciones en la boca del Estrecho de Magallanes, permitirá tener un efectivo control de defensa, seguridad y aduanero, sobre los buques militares que transitan por el pasaje estratégico que une el Atlántico Sur con el Pacífico Sur. Pero sobre todo, nos permitirá el efectivo control de los buques chinos, coreanos y taiwaneses que ingresan a nuestro mar con las licencias ilegales que emiten los kelpers desde Malvinas, con las cuales depredan nuestros recursos ictícolas, destruyendo nuestras reservas marinas  y financiando la ocupación ilegal de nuestras islas.

2) El segundo objetivo es el poblamiento territorial de Tierra del Fuego. Es necesario que la Isla sea en Centro Geopolítico de la Argentina. Consolidando a Ushuaia como cabecera de puente hacia la Antártida, recuperando su carácter científico, de base militar aeronaval y Cabo Espíritu Santo se afirme como cabecera de puente hacia el continente americano.

Esto se concretaría a partir del desarrollo de tres bases aeronavales:

La “Base Espíritu Santo”: A crearse en la boca del Estrecho de Magallanes, debe ser la cabeza de puente al continente americano y brindar control de vigilancia de las embarcaciones que transitan por el estrecho, con permanente comunicación con la central de operaciones del Comando de Adiestramiento y Alistamiento de la Armada (COAA) ubicado en Puerto Belgrano; la Central del Comando Naval de Tránsito Marítimo; y el apostadero naval de la Armada Argentina, Puerto Parry, ubicado en la Isla de los Estados, el cual debe reacondicionarse como centro de vigilancia marítima, constituyendo un sistema de comunicaciones y enlaces de centralización de la información por parte de las patrullas que operan en el Atlántico Sur, para control de buques pesqueros, piratas y buques no autorizados.

La “Base Aeronaval Río Grande‐Pioneros Aeronavales en el Polo Sur”: Creada en 1949, debe reestructurarse para llevar a cabo la fabricación de buques militares y científicos, el diseño de estructuras que se necesiten para respaldar las operaciones militares y científicas en la región y la reparación de buques y plataformas marítimas que garanticen la operatividad del sistema científico, militar y productivo de la Isla de Tierra del Fuego. Para ello, tiene que operar bajo su órbita, el Astillero Nacional Fueguino, a crearse en la Bahía San Sebastián.

La Base “Estación Aeronaval Ushuaia”: Creada en 1949, es la “natural” cabeza de puente latinoamericano a la Antártida, siendo el territorio con mejor posicionamiento geopolítico, por su proximidad al continente blanco, respecto de Cape Town, en Sudáfrica; Christchurch, en Nueva Zelanda; Hobart, en Australia y Punta Arenas, en Chile. Su acceso directo a la península antártica, donde las condiciones climáticas permitieron la instalación del 45% del total de las bases permanentes que operan en la Antártida,  es un factor que facilitaría en el siglo XXI su consolidación como centro científico. A ello se suma que cuenta con la infraestructura básica necesaria para la instalación de un Astillero Estatal encuadrado en la Base de la Armada Argentina.

3) El tercer objetivo es la Eficiencia Logística. El escenario de control del Estrecho de Magallanes, a través de la conexión Cabo Vírgenes ‐ Cabo Espíritu Santo, debe estar vinculado con una estrategia de defensa nacional, que también establezca una política de poblamiento de la isla de Tierra del Fuego.

Desde el punto de vista de la eficiencia logística, es decir, de la capacidad para cumplir el objetivo planteado en la ley 26.776 sobre el orden de la mínima distancia, lo más adecuado sería vincular ambos continentes en apenas 40 kilómetros, lo que implicaría una reducción del 85% respecto del trayecto Punta Loyola – San Sebastián.

En ese contexto, es preciso contemplar los costos de trayecto y tiempo de travesía, teniendo en cuenta las necesidades de abastecimiento vinculadas con la posibilidad de establecer un centro de acopio de bienes en la zona Sur de Santa Cruz y el desarrollo de la zona norte de la Isla.

En conclusión, unificar Punta Loyola‐San Sebastián es subordinar la logística argentina al actual estado colonial de indefensión y despoblamiento territorial. Esta situación responde a las necesidades del transporte de mercadería que unifica las zonas francas de la Nación -zona franca Rio Gallegos con el territorio de regulación especial (ZF) de Tierra del Fuego- que hoy controlan las petroleras multinacionales (Bahía de San Sebastián), a lo que se suman las necesidades del negocio turístico.

El materialismo utilitario inglés tiene miedo. Es el temor, místico y ancestral, que despierta el aluvión zoológico de la chusma cabecita negra, ocupando el territorio argentino en defensa de lo que le pertenece. Precisamente, eso lo permitiría una empresa estatal de navegación fuegina, que pueda garantizar el cruce corto en el Estrecho de Magallanes, con asiento en Cabo Vírgenes-Cabo Espíritu Santo.

Frente a esta posibilidad concreta de cuidado y defensa de lo nacional, es natural que la respuesta de Inglaterra y la oligarquía sea operar políticamente contra un cruce corto.

Hay que entender que acá se juega el  futuro de argentinos, que se trata de avanzar con un enclave soberano, frente a frente a nuestro enemigo en el teatro de operaciones real. Es fundamental ratificar los derechos argentinos sobre las Malvinas, la Antártida y el Atlántico Sur, con políticas concretas de navegación, poblamiento y trabajo. Es defender la soberanía del Estrecho de Magallanes, el cruce de los Andes del siglo XXI.

* Por Martin Ayerbe (Presidente del Foro Naval Argentino Hipólito Bouchard Social 21 La Tendencia y dirigente del Movimiento Industrialista Nacional)

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