Florencio Randazzo quien fuera ministro del Interior y Transporte durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, acaba de protagonizar una de las escenas más controvertidas de la política argentina reciente: su desafiliación del Partido Justicialista.
El motivo detrás de su renuncia no es otro que la decisión de Cristina de presentarse como candidata a presidir el espacio político.
Para Randazzo, quien quedó profundamente decepcionado en 2015 cuando no fue el elegido por la expresidenta para encabezar la fórmula presidencial, este hecho parece haber sido la gota que rebalsó el vaso.
Jajajajajajajjajkajakaja pic.twitter.com/3xEntLRXrw
— TUGO News (@TugoNews) October 7, 2024
Desde entonces, el distanciamiento de Randazzo con el kirchnerismo comenzó a ser cada vez más evidente. Su virulencia hacia Cristina Kirchner creció en cada una de sus campañas: primero, cuando ella se presentó como candidata a senadora, luego como vicepresidenta, y ahora nuevamente como aspirante a liderar el PJ.
Este último hecho llevó a Florencio Randazzo a hacer pública su desafiliación del partido en redes sociales, donde lanzó críticas durísimas hacia Cristina y su liderazgo.
Lo curioso de esta movida no es la decisión en sí, sino lo que ocurrió después: los comentarios en redes sociales bajo su publicación fueron unívocamente en su contra.
Y aquí es donde la ironía entra en juego: Randazzo, sin proponérselo, parece haber logrado lo que muchos políticos han intentado y fallado en conseguir durante años. En su desafiliación del PJ, Florencio Randazzo “cerró la grieta”. No porque haya unido a peronistas y antiperonistas, kirchneristas y antikirchneristas en un abrazo fraternal, sino porque logró algo inusitado: que todos lo puteen por igual.
DESPECHO Y AMBICIÓN PERSONAL
Entre los comentarios que se multiplicaron en redes, muchos apuntan a que la decisión de Randazzo no responde a una convicción ideológica profunda, sino a su despecho personal.
“Si Cristina lo hubiera elegido a él en 2015, hoy sería un kirchnerista más”, señalan varios usuarios, sugiriendo que sus críticas no nacen de diferencias políticas, sino de una frustración por no haber sido el “bendecido”.
Desde esta perspectiva, lo que para él es una postura moral, para otros no es más que una jugada motivada por ambiciones personales que nunca logró satisfacer.
Además de cuestionar sus intenciones, otros comentarios atacan su relevancia política. “¿Randazzo? ¿A quién le importa si se desafilió?”, ironizan algunos, restándole importancia a su salida del partido.
Este tipo de comentarios es frecuente, con bromas que apuntan al supuesto poco impacto de su decisión. “Anda, máquina, nadie te detiene”, le escribió un usuario, con ese humor ácido tan propio de las redes sociales «argentas», a partir del meme de «Okupas».
UN POLÍTICO SIN RUMBO NI APOYO
La crítica también se extiende hacia su fracaso político desde que se alejó del kirchnerismo. Randazzo, a pesar de sus intentos por formar un espacio alternativo dentro del peronismo, nunca logró consolidarse como un candidato viable en las urnas.
“Rotundos fracasos” es una frase que se repite en los comentarios, haciendo alusión a su incapacidad para ganar una elección de importancia desde su ruptura con Cristina.
¿Fuiste el Ministro del interior y transporte del gobierno de Cristina Kirchner desde el 2007 al 2015 y ahora sobreactuas indignación? Sebastián Estevanez es Marlon Brando al lado tuyo, caradura.
— Rodrigo Figueroa Reyes (@Figueroa_Reyes) October 8, 2024
Sin embargo, lo más paradójico de su movida es que ni siquiera los antiperonistas, a quienes quizás intentaba apelar con su gesto, lo apoyaron. “Si tanto te molestaba el PJ, ¿por qué no te desafiliate cuando Alberto Fernández lo presidió?”, es una de las críticas más frecuentes.
Y es que muchos le achacan haber esperado hasta que Cristina volviera a tener protagonismo en el partido para dar este paso, poniendo en duda la autenticidad de sus razones.
EL IRÓNICO «CIERRE» DE LA GRIETA
Florencio Randazzo, un hombre que supo estar en el centro del poder político durante años queda, entonces, en una situación donde, irónicamente, parece no pertenecer a ningún lado.
Kirchneristas, peronistas no kirchneristas, antiperonistas y antikirchneristas lo señalan con el dedo. El centro de la crítica radica en que, lejos de ser una decisión valiente o estratégica, su desafiliación parece ser una jugada oportunista y poco calculada que no logra sumar adhesiones desde ningún sector.
Y así, Randazzo logró lo imposible: cerrar la grieta. Pero no de la manera en la que soñó o pretendió. Hoy, desde todos los rincones del espectro político, los ataques confluyen hacia su figura, dejándolo en una posición solitaria y, para muchos, irrelevante en el convulsionado escenario político actual.