Sin embargo, lo más llamativo no fue lo que se vio, sino lo que no apareció. La Unión Obrera Metalúrgica de Ushuaia, conducida por Tapia, eligió la invisibilidad total. Ni marchas, ni comunicados, ni un simple gesto de acompañamiento a las demás organizaciones. Nada.
Mientras los gremios ponían el cuerpo en la calle, la UOM optó por la comodidad de la inacción. Una ausencia que no pasó desapercibida y que muchos interpretan como una señal de alineamiento silencioso o, al menos, de desinterés por lo que sucede en la provincia.
Así, la UOM local terminó siendo noticia no por lo que hizo, sino por lo que decidió no hacer. Tapia y compañía quedaron en la foto de la jornada, pero por su sillón vacío. Una postal que dice mucho más que cualquier discurso.