La gran diferencia no está en lo técnico, sino en la narrativa. Mientras la instalación europea se presenta como un símbolo de cooperación científica internacional, la estación china es demonizada como una especie de “caballo de Troya” militar. Lo cierto es que, en ambos casos, Argentina mantiene soberanía sobre el territorio, regula el funcionamiento mediante acuerdos estatales y obtiene beneficios en tecnología, formación de personal y acceso a infraestructura de primer nivel.

Resulta paradójico que nadie hable de la DS3 de Malargüe como una “base europea secreta”, y sin embargo la de Neuquén sea señalada como una amenaza. El doble estándar refleja más geopolítica que hechos concretos: si se acepta sin paranoia la cooperación con Europa, no hay motivos serios para no reconocer que la instalación china cumple un rol análogo dentro de la cooperación espacial internacional.
https://www.argentina.gob.ar/ciencia/conae/centros-y-estaciones/estacion-ds3-malargue
