A la edad de 94 años, Nora Irma Morales de Cortiñas, emprendió este jueves su último último viaje, con su pañuelo blanco amarrado a la cabeza, sin haber recibido una sola certeza sobre el destino que la última dictadura militar le había dado a su hijo, Carlos Gustavo Cortiñas, desaparecido el 15 de abril de 1977.
Protagonista de todas las luchas que tuvieron lugar en las últimas cuatro décadas de la Argentina, Norita -como la conocían todos- se marchó preocupada por la grave situación socioeconómica por la que atraviesa la Argentina del Gobierno libertario de Javier Milei.
El pasado 17 de mayo, la integrante de Madres de Plaza de Mayo Linea Fundadora, debió ser intervenida quirúrgicamente en el Hospital de Morón, a consecuencia «de una hernia que se sumó a otras patologías que agravaron el cuadro», según reza el comunicado difundido en la tarde de este jueves por su familia.
Norita se iba a convertir en un símbolo de la lucha por los derechos humanos, el preciso día en que Carlos Gustavo de 24 años de edad, militante de la Juventud Universitaria Peronista y estudiante de la carrera de Ciencias Económicas en la UBA, fuera secuestrado mediante un operativo ilegal llevado a cabo por integrantes de las Furzas Armadas, en la localidad de Castelar.
Comprometido con la realidad de su tiempo, el joven trabajaba de manera voluntaria, en la Villa 31 del barrio porteño de Retiro, junto al cura Carlos Múgica, integrante del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo,
En una entrevista periodística, Norita recordaría la preocupación y el miedo que le provocaba la militancia de su hijo y fue así como cierta vez le pidió: “Gustavo, no vayas adelante en las movilizaciones”, y él, de manera lacónica, solo atinó a responderle: “Y, mamá, ¿querés que vaya el hijo de otra madre? Es lo mismo, todos somos iguales”.
“Prometeme que si me pasa algo no vas a sufrir”, le pidió el joven, a lo que ella le dijo que no, que eso no se lo podía decir: «Todas esas escenas terribles fueron pocas porque él no quería demostrarme que corría peligro, entonces eran escenas fugaces, cortas, de esas respuestas rápidas», recodaría la Madre de todas las batallas contra las injusticias.
En el comunicado difundido por la familia, advierten que la especial sensibilidad y el ideario indiscutido de Cortiñas «en defensa de los que menos tienen, hizo que se ganara el respeto y cariño incondicional de los pueblos”.
“Queremos transmitirles que Nora estuvo acompañada y sostenida por el amor de su familia hasta el último momento», reza el texto, tras lo cual, agradecieron «todas las expresiones de reconocimiento y afecto que ella recibió a lo largo de su vida, y que a nosotros nos abrazaron amorosamente en estos días tan difíciles”.
En otro párrafo, señalan que Cortiñas estaba “profundamente preocupada en estos tiempos por la grave situación que atraviesa nuestro país y dispuesta siempre a estar presente allí donde hubiera una injusticia” y destacaron que «luchó hasta último momento por la construcción de una sociedad más justa”.
“Nos queda el orgullo de haber compartido su vida, su impronta y su enseñanza que dejarán en su familia y en la sociedad una huella imborrable. Norita Cortiñas, presente! Ahora y Siempre!”, expresó su circulo intimo al despedirla.
Esta tarde, la mujer de la caricia fácil, la sonrisa tierna y el compromiso inclaudicable, la que estaba siempre dispuesta a dar su opinión comprometida, esclarecedora y valiente, la Madre que no dudó en participar de todas las luchas cuyas trincheras la convocaran, se fue en busca del abrazo de su hijo, dejándonos como faro el legado de sus convicciones.